Caballos castrados.
- 18 mar
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Actualizado: 19 mar
Un caballo castrado es un macho al que se la han extirpado los testículos, lo cual afecta sus características físicas y de comportamiento. Si no se planea utilizar un caballo para la cría, es la mejor opción. El procedimiento en sí no es doloroso para el caballo y simplifica la vida tanto para el caballo como para quienes lo cuidan.

Hay innumerables razones para castrar a un caballo. La principal razón por la que se castra a los caballos es el comportamiento. Al extirpar los testículos, disminuyen los niveles de testosterona (hormona masculina), disminuye el comportamiento agresivo y disminuye el deseo de reproducir.
El instinto natural del semental es proteger y querer estar con las yeguas y un semental que sigue sus instintos puede ser peligroso para los demás caballos de su entorno.
De igual manera, el mundo es un lugar solitario para los sementales. No pueden salir con otros caballos, por lo que viven en soledad. Esto es para su protección y la de los demás. Castrar un caballo aliviará el estrés que conlleva tener un semental.

Otra razón para considerar la castración es la sobrepoblación equina. Hay caballos no deseados en todo el mundo y estos caballos pueden acabar en situaciones terribles.
Castrar caballos que no están destinados a la reproducción ayuda a reducir la sobrepoblación equina no deseada y reducir el riesgo de enfermedades genéticas y endogamia.
Además de proporcionar un caballo de monta más seguro, tranquilo y con mejor comportamiento, la castración es una forma eficaz de evitar crías no deseadas y garantizar que solo los mejores caballos se conserven enteros para la cría.
No todos los sementales son aptos para la cría. Al castrar a los que no lo son, los criadores pueden evitar la transmisión de rasgos indeseables o trastornos genéticos , lo que promueve la salud general y la diversidad genética dentro de la raza.
La castración es una forma de eliminar animales de menor calidad del acervo genético, permitiendo que solo los mejores animales se reproduzcan y preservar una diversidad genética adecuada. Solo un pequeño porcentaje, se suele hablar de un 10%, de todos los caballos machos deberían permanecer como sementales para criar.

En manadas salvajes, la proporción del 10% se mantiene de forma natural, ya que un solo semental dominante protege y se reproduce con una manada que rara vez es más grande que 10 o 12 yeguas, aunque puede permitir que uno o varios sementales jovenes menos dominantes vivan en los márgenes de la manada.
Estos machos sueltos suelen agruparse en pequeñas " manadas de solteros ", donde, en ausencia de yeguas, tienden a comportarse de forma muy similar a los caballos castrados.
La naturaleza nos muestra que sólo a unos pocos sementales selectos se les da el privilegio de aparearse, mientras que a la mayoría de los caballos machos se les niega ese honor.
Los caballos son animales de manada. Al domesticarlos, los sacamos de sus entornos naturales y los mantuvimos en áreas muy pequeñas, donde la competencia por las yeguas y el territorio se intensificó.
Para mantenerlos seguros para nosotros y para los demás, surgió la práctica de castrar sementales que no eran necesarios para la reproducción, lo que permitió a los humanos maximizar la cantidad de caballos que podíamos tener en un área limitada y los hizo más fáciles y seguros de manejar.

Se cree que los escitas (pueblo nómada de jinetes y criadores de caballos en Asia Central del siglo IX al VII a.C.) fueron de los primeros en castrar a sus caballos, ya que valoraban los caballos de guerra que eran tranquilos y menos defensivos, además de más fáciles de mantener en grupo y menos propensos a ser territoriales, sin la tentación de los impulsos reproductivos o de apareamiento.
Aristóteles ya menciona, en uno de sus escritos, la castración de caballos en el año 350 a. C. Desde entonces, la castración de caballos se ha realizado con regularidad durante cientos de años.
Es un procedimiento común y relativamente sencillo realizado por un veterinario. Se seda al caballo y se le administra anestesia local para la castración en posición de pie, o anestesia general si se va a castrar acostado.
El procedimiento consiste en extirpar los testículos, el epidídimo (tubo conductivo alargado y estrecho que conecta los testículos) y una parte del cordón espermático (estructura tubular que se extiende entre la cavidad abdominal y los testículos) mediante una pequeña incisión.
Siempre es importante asegurarse de que el caballo esté vacunado contra el tétanos o debe hacerse en el momento de la castración.

Tras la extirpación de los testículos, no es necesario cerrar la incisión lo que favorece el drenaje de la herida quirúrgica. Este procedimiento permite que la herida cicatrice lentamente en una o dos semanas reduciendo la posibilidad de una inflamación excesiva y dolorosa.
Es un procedimiento rápido y relativamente sencillo que suele realizarse en el mismo campo o instalaciones donde vive el caballo, idealmente en los meses de otoño-invierno, cuando hay menos moscas y así prevenir infecciones en la zona de la incisión.
Sin embargo, como ocurre con cualquier cirugía, alguna vez pueden existir complicaciones postoperatorias. Las mas normales suelen ser una hinchazón excesiva, sangrado, infección o evisceración. Ante cualquier complicación debemos consultar al veterinario inmediatamente y suele ser de rápida solución.
La hinchazón del prepucio y el escroto es normal y no es motivo de alarma, a menos que sea excesivo. A menudo puede ocurrir si se ha producido un cierre prematuro de las heridas escrotales. Esto puede requerir volver a abrir la herida quirúrgica o, en el caso de una castración cerrada, retirar algunos puntos de la piel.
Un sangrado excesivo tras la castración es la complicación inmediata más frecuente. El sangrado durante las primeras dos horas posteriores a la castración puede ser normal. Un goteo lento es aceptable, pero si el sangrado es más bien continuo, se debe llamar al veterinario. Podría ser necesario taponar el escroto o ligar o pinzar un vaso sanguíneo que gotea.

Una infección puede ocurrir si la zona quirúrgica se contamina con materia orgánica, y es una complicación habitual de la castración abierta. Se prescribirá un tratamiento con antibióticos y antiinflamatorios si es necesario. En casos mas graves puede requerir una revisión veterinaria con extirpación del tejido infectado.
En una eventración pequeños fragmentos de epiplón (el tejido delgado que reviste el abdomen), grasa y fascia (tejido conectivo), pueden prolapsarse fuera de la herida y al quedar colgando pueden ser una vía de infección. En estos casos, el veterinario limpiara a fondo el epiplón y el escroto, y luego extraerá el epiplón que sobresale de la herida , lo ligara y seccionara.
Pero las complicaciones tras la castración son muy poco frecuentes, el caballo suele recuperarse rápidamente y las hormonas propias del semental disminuyen en pocas semanas.
Un problema que puede ocurrir con algunos caballos y que se conoce como criptorquidia, es la posibilidad de un testículo no descendido que permanece en la cavidad abdominal o el canal inguinal. Esto puede provocar una producción continua de testosterona y comportamientos similares a los de un semental, incluso si se ha extirpado el único testículo descendido. Estos caballos pueden conservar muchas cualidades de un semental y deben ser manejados como tal.
La afección puede requerir intervención quirúrgica para corregir el descenso o extirpar el testículo retenido.
Los veterinarios recomiendan que el mejor momento para castrar a un caballo macho es entre los tres meses y los dos años de edad, tan pronto como los testículos desciendan al escroto. Pasado ese tiempo, los niveles de testosterona se elevan demasiado y afectan el comportamiento del caballo pudiendo conservar el comportamiento agresivo de los sementales.
Una vez castrado un caballo macho, su temperamento se estabiliza, lo que facilita su manejo, monta y entrenamiento. La castración los hace más felices, ya que pueden vivir libres con yeguas y otros caballos castrados sin riesgo de peleas ni embarazos no deseados, mientras que la mayoría de sementales suelen vivir aislados.
Al promover relaciones seguras y cooperativas, los caballos castrados demuestran ser un activo esencial en el mundo equino. Son valorados por su influencia tranquilizadora en manadas mixtas, fomentando interacciones pacíficas al reducir el comportamiento agresivo. Su presencia contribuye a mantener la armonía y la estabilidad dentro del grupo, actúan como pacificadores dentro de las manadas, fomentando la convivencia pacífica y reduciendo los conflictos entre ellos. Su presencia en la manada contribuye a un entorno más manejable y armonioso.

Los caballos castrados son los preferidos en el mundo ecuestre por su carácter dócil y fiabilidad. Al ofrecer diversas ventajas, suelen ser la opción preferida tanto por jinetes como por entrenadores y propietarios. Esta elección se refleja no solo en una mejor manejabilidad, sino también en una mayor seguridad tanto para el caballo como para el jinete.
Son menos propensos a distraerse con su entorno o con otros caballos, lo que los hace muy fiables para competiciones, paseos recreativos y programas de equitación terapéutica.
Son ideales para jinetes de todos los niveles. Los principiantes se benefician de su carácter indulgente, mientras que los jinetes avanzados pueden centrarse en perfeccionar sus habilidades sin preocuparse por los comportamientos impredecibles que suelen observarse en los sementales. Esta versatilidad convierte a los caballos castrados en una excelente opción para escuelas de equitación y centros ecuestres.
Su comportamiento constante es especialmente apreciado y les permiten destacar en entornos que requieren concentración, trabajo en equipo y fiabilidad, como la doma clásica y el salto de obstáculos.
También su fiabilidad, manejabilidad y comportamiento constante, libre de influencias hormonales, hacen que los caballos castrados sean los preferidos en los programas de equitación terapéutica. Estas cualidades garantizan una experiencia segura y positiva para los participantes.
Un tema de debate es si ¿es moralmente correcto castrar caballos?
Realmente depende de la propia decisión de cada uno, pero a menos que planeemos hacer criar al caballo, la castración suele ser lo más saludable para el caballo y para los humanos que lo rodean.
Los caballos fueron domesticados e introducidos en la sociedad humana y ahora dependen de nosotros para sobrevivir. Desde el momento en que la propiedad y cría de caballos se considera moralmente permisible tenemos la obligación de garantizar su bienestar, y eso no es posible con nuestros recursos finitos si se reproducen sin cesar sin algún tipo de fuerza sofocante para mantener su población bajo control, como seria la depredación en la naturaleza.
Como administradores de estos animales, hemos acordado que un procedimiento de castración es la mejor opción, dados nuestros recursos finitos y nuestro compromiso con su bienestar. De hecho, en algunas regiones del planeta es obligatorio. Un semental maduro requiere considerables conocimientos y experiencia.
Cualquier daño que cause un semental es responsabilidad del dueño, quien puede ser considerado responsable y, por lo tanto, demandado judicialmente. Lo mismo ocurre con todos los animales domésticos que nos rodean. Otros animales de granja se castran habitualmente con normalidad, y castrar o esterilizar también lo es incluso para gatos y perros que se tienen como mascotas.
A los caballos no les importa la castración de la misma manera que a los humanos. Los caballos no eligen conscientemente tener descendencia, eligen aparearse como les marca su instinto. No entienden que el apareamiento lleva a la descendencia.
La resistencia de algunas personas a castrar a su caballo a menudo proviene de una antropomorfización de las necesidades/deseos de su caballo, y este no sueña con formar una familia como tú o yo.
En resumen, si el caballo no está destinado a la cría, la mayoría de los veterinarios recomiendan castrarlo antes de que madure y antes de que presente la mayoría de los comportamientos típicos de un semental; normalmente, entre el año y el año y medio de edad. Este es un procedimiento sencillo del que los caballos se recuperan sin problemas, lo que simplifica la vida tanto para el caballo como para quienes lo cuidan. Si bien no parece algo agradable de hacer, para la mayoría de los potros en la mayoría de las situaciones, la castración los deja más felices y contentos de lo que estarían si fueran sementales enteros.
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